En escena hay un antidisturbios que
golpea a un manifestante hasta que cae inconsciente. El policía entiende su
desmedida respuesta y coloca encima de él una pancarta que reza “Gora
Alka-Eta”. Así acaba la representación.
La vida es brutal y los titiriteros,
han sido proetarreados, al igual que le sucede al manifestante golpeado, se le
coloca una pancarta encima y ya nadie escucha los argumentos del que intenta expresarse.
Los derechos humanos nos obligan a
la rebelión contra la tiranía si no se pueden defender la palabra pacíficamente.
Desde los medios ya les han
colgado el San Benito de proetarras, anarquistas violentos,.. Los estereotipos son una herramienta que
nuestro cerebro usa para que no tengamos que pensar demasiado. En decimas se
segundo nuestro cerebro percibe si es una amenaza o no. El cerebro basándose en
los esquemas pasados predice el comportamiento de la otra persona.
Si te pregunto: ¿Dónde estás
leyendo esto? Probablemente tardarás unos segundos en responder. Sin embargo,
antes de hacerte yo la pregunta, ya habías decidido donde lo estás leyendo. A
pesar de que lo sabes has tenido que recordar, confirmar, pero es seguro que ¡lo
sabía!
El cerebro hace predicciones y
metemos gol si nuestra predicción es correcta. Así funcionamos, si me permites,
de forma bastante animal.
Supongo que es licito tener
prejuicios porque todos los tenemos, muchas veces a un nivel totalmente
inconsciente. El cerebro de un hombre tarda milésimas de segundo en decidir si
una mujer es atractiva. Luego, puedes quedarte enamorado para toda la vida de
las pequeñas cosas de esa persona, que la hacen única.
Supongo que en esta publicación
que pretende luchar contra las ideas que nos impiden compartir el planeta, tengo
mirar hacia dentro y pienso: mientras millones de sirios sufren brutalmente,
preocuparse de la libertad de expresión es… no sé.
Mi mente me lleva a la letra de
una vieja canción: For what is worth, que decía: nobody is right, if everybody
is wrong.
Vuelvo a pedirte que no tengas
miedo ni a unos títeres, ni a unos muñecos de trapo, ni a las palabras porque
es lo que nos separa del fascismo.
Alegría y el buen humor
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